jueves, 14 de enero de 2016

Un pueblo ferroviario

Arturo Deppe, 83 años, memoria viva de un Boulogne a principios de siglo.

      Desde que algunos historiadores made in casa, comenzaron a urguetear con más buena voluntad, que con método, Boulogne tuvo dos cumpleaños: el 3 de abril de 1910, fecha de lo que por entonces se promocionó como "El remate del siglo" donde se vendieron al mejor postor los terrenos ubicados en un rectángulo ubicado entre las calles Gascón, hasta aproximadamente lo que sería la calle Perito Moreno y desde la avenida Ader hasta Sarratea.

El otro cumpleaños se festeja los 13 de agosto, fecha en que un ignoto diputado provincial, Naúm Kañesvsky, presenta en la Legislatura un proyecto para que el pueblo obtuviera mayoría de edad, apareciendo en los mapas como ciudad. Finalmente por Ley 6.792 se aprueba en 1964 y es por eso que apenas se goza de rubicundos 27 años, a cumplir el próximo día 13.

Más allá de los beneficios de la medida, y que le sirve a las autoridades para poner una ofrenda en la plazoletita que recuerda el hecho (también al primer maestro del lugar), lo cierto es que la mayoría de edad hacía rato se había adquirido y apenas llegada la primera formación ferroviaria en 1909, la ciudad Jardín Boulogne comenzó a modelar su propio perfil como pueblo del partido de San Isidro.

A 81 años de aquel hecho, un testigo único del nacimiento y génesis de aquel Boulogne de principios de siglo es Arturo Deppe, hijo del recordado primer maestro y director de la escuela número 7, que llegó al pueblo con 3 o 4 años. Hoy cumple, rozagante, 83 años.

En la misma casa de amplia galería de siempre que compró por los años 30, sobre la calle Bernardo de Irigoyen al 200, a Don Arturo no le cuesta mucho remontarse a las primeras impresiones de su niñez, en la pomposamente bautizada Ciudad Jardín: "Mi padre Renée Deppe era nacido en Bélgica, y se había establecido en Campana (Buenos Aires). Era empleado del ferrocarril y al aceptar un trabajo en Boulogne, se viene con su familia para acá. Mientras trabajaba, mi padre estudiaba para maestro, viajando a la Capital Federal. Una vez que se recibe se dedica exclusivamente a la enseñanza. Con mis hermanos Norma y Santiago nos criamos en el pueblo.

Recuerdo que yo pude dar libre los últimos grados en San Isidro y apenas terminé me anotaron en el Colegio Nacional de San Isidro. De esa manera, viajando en el tranvía a caballo que terminaba donde ahora es el bar "La Noria", en Rolón y Scalabrini Ortiz. Así me recibí de bachiller." Don Arturo es el primer habitante de Boulogne que se recibe en el Colegio Nacional de San Isidro, el segundo más importante del país, después del Nacional de Buenos Aires. No recuerda que número de promoción es, pero posiblemente se trate de la segunda o tercera.

Sigue su relato don Arturo; en su cabeza se van agolpando recuerdos de aquella época (1915-1920) y asombra al cronista con la catarata de vivencias, que parecen, por la firmeza del relator, ocurridas hace unos días. Describe como era el antiguo pueblo de quinteros, entonces lleno de recién llegados ferroviarios, provenientes de varios pueblos de Santa Fe y el noreste de la provincia de Buenos Aires. Asegura que de los aproximadamente 2000 habitantes de entonces, el 80 por ciento era ferroviario y habían adquirido terrenos y construido sus casas a partir de aquel "remate del siglo".

Don Arturo cuenta con lujo de detalles: "El pueblo en si estaba situado donde se había loteado, de Ader por Rolón y hasta la estación hacia Villa Adelina y de ahí hasta donde hoy es la fábrica Padilla, era la quinta de Bosch. Después casas aisladas, calles de tierra... molinetes para que no pasen los animales. Y la estación de ferrocarril, con el ombú -haciendo presencia en la mitad del camino. Hoy estaría ubicado debajo del puente que cruza la estación, más o menos donde está la calesita... Y siempre esperando a los pasajeros del ferrocarril, estaba la volanta (N. de Ia R: carruaje liviano que transportaba pasajeros, tirado por supuesto, por caballos) de Miguel Batista, el primer cochero.

Una incógnita era saber cómo respondieron los habitantes de entonces (quinteros, tamberos, floristas) ante aquel aluvión ferroviario. "A los que estaban de antes, especialmente los quinteros de la zona de Santa Rita, donde estaba la iglesia -de la estación para San Isidro, donde había mucha gente italiana- la gente era muy creyente y había desconfianza hacia los ferroviarios, porque entre ellos había gran cantidad de vecinos nuevos con ideas "modernas" más bien libertarias, anarquistas. Es decir, la religión les resultaba indiferente."

Por entonces, ni hablar de policía o centro asistencial, había que ir a San Isidro. Al vuelo, don Arturo saca al ruedo una vivencia fresquita, recién encontrada ("es increíble como salen estas cosas de la memoria, así charlando de aquellos tiempos") del primer policía. "Yo vivía en la casa de mis suegros, en la misma edificación de la iglesia Santa Rita, donde mi suegra, era la encargada de mantener bien a la parroquia. Allí cerquita, en una habitación aislada de 3 x 3, hecha por Avelino Rolón, (anterior dueño de las tierras) venía un vigilante todos los días, de la comisaría de San Isidro, para ver qué pasaba por el pueblo, a recibir las denuncias, que eran muy pocas. Yo mismo, no tendría más de 30 años, he sido Alcalde del pueblo por varios años. ¿Una anécdota?, recuerdo que una vez un ternero huacho se comió una camiseta, que estaba colgada de la soga de una vecina. Yo tenía que decidir; finalmente, condené al dueño del ternero a pagar a la vecina la camiseta que el ternero se había mascado.

Los problemas que el Alcalde no encontraba solución, o eran más graves, se los pasaba, al juez de Paz, en San Isidro.

Un capítulo especial en la vida de Boulogne y en la de Deppe, fue la creación de la agrupación tradicionalista "El Lazo" de la que fuera socio fundador en el año 1944, y que se instalara hasta su erradicación sobre un predio del actual Barrio Malvinas, detrás del Batallón de Arsenales 601. O la puesta en marcha del conjunto teatral "La juventud de Boulogne" que hiciera teatro por más de diez años. O la organización de las inolvidables (de las que muchos vecinos nunca se enteraron jamás) kermesses que posibilitaron la instalación del actual Centro de Emergencias de Boulogne (ex Asistencia Pública) y el primer puesto policial.

Ahora ya sabe, vecino, cuando se cruce en la calle con Don Arturo, dele un abrazo y dígale, solamente, gracias. Es un pedazo grande de la historia de nuestro pueblo chico. No le aclare nada; él sabrá de qué se trata.

Pedro Schiavi, otro pionero

Don Pedro Schiavi tiene 81 años y desde el 21 está en Boulogne. Con 17 años entró a trabajar en el ferrocarril, después que su padre, maquinista, se matara en un descarrilamiento sobre un puente de 5 metros de altura, cerca de la actual cancha de River, en 1925. Don Pedro dice de aquellos tiempos: "Acá eran todas quintas, salvo el barrio que iba de Ader hasta Sarratea. El poblado en si fue hecho por casi toda gente ferroviaria. Alrededor de la estación habría cuatro o cinco casitas. Porque la mayoría estaba en "Las Lomas de Boulogne". El tren venía cada una hora o dos. ¿Un hecho que conmoviera el pueblo? dos: el incendio del cine de Pablo Abriatta, una noche cuando se estaba dando la película "Fuego", pero no hubo heridos. Y la muerte de los hermanos Pascualini a manos de un caudillo radical de entonces, de apellido Montes de Oca, en un baile. estuvo seis meses preso y después salió.

Informes y redacción: Fernando Fritz.
(Pueblo Chico- Pág. 5-1991)

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