Arturo Deppe, 83
años, memoria viva de un Boulogne a principios de siglo.
Desde que
algunos historiadores made in casa, comenzaron a urguetear con más buena
voluntad, que con método, Boulogne tuvo dos cumpleaños: el 3 de abril de 1910,
fecha de lo que por entonces se promocionó como "El remate del siglo"
donde se vendieron al mejor postor los terrenos ubicados en un rectángulo
ubicado entre las calles Gascón, hasta aproximadamente lo que sería la calle
Perito Moreno y desde la avenida Ader hasta Sarratea.
El otro
cumpleaños se festeja los 13 de agosto, fecha en que un ignoto diputado
provincial, Naúm Kañesvsky, presenta en la Legislatura un proyecto para que el
pueblo obtuviera mayoría de edad, apareciendo en los mapas como ciudad.
Finalmente por Ley 6.792 se aprueba en 1964 y es por eso que apenas se goza de
rubicundos 27 años, a cumplir el próximo día 13.
Más allá de
los beneficios de la medida, y que le sirve a las autoridades para poner una ofrenda
en la plazoletita que recuerda el hecho (también al primer maestro del lugar),
lo cierto es que la mayoría de edad hacía rato se había adquirido y apenas llegada
la primera formación ferroviaria en 1909, la ciudad Jardín Boulogne comenzó a
modelar su propio perfil como pueblo del partido de San Isidro.
A 81 años
de aquel hecho, un testigo único del nacimiento y génesis de aquel Boulogne de
principios de siglo es Arturo Deppe, hijo del recordado primer maestro y
director de la escuela número 7, que llegó al pueblo con 3 o 4 años. Hoy
cumple, rozagante, 83 años.
En la misma
casa de amplia galería de siempre que compró por los años 30, sobre la calle
Bernardo de Irigoyen al 200, a Don Arturo no le cuesta mucho remontarse a las
primeras impresiones de su niñez, en la pomposamente bautizada Ciudad Jardín:
"Mi padre Renée Deppe era nacido en Bélgica, y se había establecido en
Campana (Buenos Aires). Era empleado del ferrocarril y al aceptar un trabajo en
Boulogne, se viene con su familia para acá. Mientras trabajaba, mi padre
estudiaba para maestro, viajando a la Capital Federal. Una vez que se recibe se
dedica exclusivamente a la enseñanza. Con mis hermanos Norma y Santiago nos
criamos en el pueblo.
Recuerdo
que yo pude dar libre los últimos grados en San Isidro y apenas terminé me
anotaron en el Colegio Nacional de San Isidro. De esa manera, viajando en el
tranvía a caballo que terminaba donde ahora es el bar "La Noria", en
Rolón y Scalabrini Ortiz. Así me recibí de bachiller." Don Arturo es el
primer habitante de Boulogne que se recibe en el Colegio Nacional de San
Isidro, el segundo más importante del país, después del Nacional de Buenos
Aires. No recuerda que número de promoción es, pero posiblemente se trate de la
segunda o tercera.
Sigue su
relato don Arturo; en su cabeza se van agolpando recuerdos de aquella época
(1915-1920) y asombra al cronista con la catarata de vivencias, que parecen,
por la firmeza del relator, ocurridas hace unos días. Describe como era el
antiguo pueblo de quinteros, entonces lleno de recién llegados ferroviarios,
provenientes de varios pueblos de Santa Fe y el noreste de la provincia de
Buenos Aires. Asegura que de los aproximadamente 2000 habitantes de entonces,
el 80 por ciento era ferroviario y habían adquirido terrenos y construido sus
casas a partir de aquel "remate del siglo".
Don Arturo
cuenta con lujo de detalles: "El pueblo en si estaba situado donde se había
loteado, de Ader por Rolón y hasta la estación hacia Villa Adelina y de ahí
hasta donde hoy es la fábrica Padilla, era la quinta de Bosch. Después casas
aisladas, calles de tierra... molinetes para que no pasen los animales. Y la
estación de ferrocarril, con el ombú -haciendo presencia en la mitad del
camino. Hoy estaría ubicado debajo del puente que cruza la estación, más o menos
donde está la calesita... Y siempre esperando a los pasajeros del ferrocarril,
estaba la volanta (N. de Ia R: carruaje liviano que transportaba pasajeros,
tirado por supuesto, por caballos) de Miguel Batista, el primer cochero.
Una incógnita era saber cómo
respondieron los habitantes de entonces (quinteros, tamberos, floristas) ante aquel
aluvión ferroviario. "A los que estaban de antes, especialmente los
quinteros de la zona de Santa Rita, donde estaba la iglesia -de la estación
para San Isidro, donde había mucha gente italiana- la gente era muy creyente y
había desconfianza hacia los ferroviarios, porque entre ellos había gran
cantidad de vecinos nuevos con ideas "modernas" más bien libertarias,
anarquistas. Es decir, la religión les resultaba indiferente."
Por
entonces, ni hablar de policía o centro asistencial, había que ir a San Isidro.
Al vuelo, don Arturo saca al ruedo una vivencia fresquita, recién encontrada
("es increíble como salen estas cosas de la memoria, así charlando de
aquellos tiempos") del primer policía. "Yo vivía en la casa de mis
suegros, en la misma edificación de la iglesia Santa Rita, donde mi suegra, era
la encargada de mantener bien a la parroquia. Allí cerquita, en una habitación
aislada de 3 x 3, hecha por Avelino Rolón, (anterior dueño de las tierras)
venía un vigilante todos los días, de la comisaría de San Isidro, para ver qué
pasaba por el pueblo, a recibir las denuncias, que eran muy pocas. Yo mismo, no
tendría más de 30 años, he sido Alcalde del pueblo por varios años. ¿Una anécdota?,
recuerdo que una vez un ternero huacho se comió una camiseta, que estaba
colgada de la soga de una vecina. Yo tenía que decidir; finalmente, condené al
dueño del ternero a pagar a la vecina la camiseta que el ternero se había
mascado.
Los problemas que el Alcalde
no encontraba solución, o eran más graves, se los pasaba, al juez de Paz, en
San Isidro.
Un capítulo
especial en la vida de Boulogne y en la de Deppe, fue la creación de la
agrupación tradicionalista "El Lazo" de la que fuera socio fundador
en el año 1944, y que se instalara hasta su erradicación sobre un predio del
actual Barrio Malvinas, detrás del Batallón de Arsenales 601. O la puesta en
marcha del conjunto teatral "La juventud de Boulogne" que hiciera
teatro por más de diez años. O la organización de las inolvidables (de las que
muchos vecinos nunca se enteraron jamás) kermesses que posibilitaron la
instalación del actual Centro de Emergencias de Boulogne (ex Asistencia
Pública) y el primer puesto policial.
Ahora ya
sabe, vecino, cuando se cruce en la calle con Don Arturo, dele un abrazo y
dígale, solamente, gracias. Es un pedazo grande de la historia de nuestro
pueblo chico. No le aclare nada; él sabrá de qué se trata.
Pedro Schiavi,
otro pionero
Don Pedro Schiavi tiene 81
años y desde el 21 está en Boulogne. Con 17 años entró a trabajar en el
ferrocarril, después que su padre, maquinista, se matara en un descarrilamiento
sobre un puente de 5 metros de altura, cerca de la actual cancha de River, en
1925. Don Pedro dice de aquellos tiempos: "Acá eran todas quintas, salvo
el barrio que iba de Ader hasta Sarratea. El poblado en si fue hecho por casi
toda gente ferroviaria. Alrededor de la estación habría cuatro o cinco casitas.
Porque la mayoría estaba en "Las Lomas de Boulogne". El tren venía
cada una hora o dos. ¿Un hecho que conmoviera el pueblo? dos: el incendio del
cine de Pablo Abriatta, una noche cuando se estaba dando la película
"Fuego", pero no hubo heridos. Y la muerte de los hermanos Pascualini
a manos de un caudillo radical de entonces, de apellido Montes de Oca, en un
baile. estuvo seis meses preso y después salió.
Informes y redacción: Fernando Fritz.
(Pueblo Chico- Pág. 5-1991)
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