Corría el año 1910. En lo que hoy es la Galería Lafayette, Av. Rolón y Figueroa Alcorta, se hallaba la Casa de los Pilares. Allí vivían Rosa Fortunaga de Baccini y José Baccini. Eran italianos. Ella vino de Génova con dos hijos, uno de los cuales se quedó en Montevideo y el otro Juan Pastorini (Juansú), se instaló con ella en Buenos Aires, en la actual ciudad de Boulogne. No sé si se volvió a casar acá o si, viuda en Italia, contrajo nuevas nupcias con José Baccini. De la nueva unión nacieron: Carlos Juan, María Rosa, Matilde, Pedro y Enrique. En ese entonces Boulogne era campo y José Baccini era quintero.
Gracias a las poesías que escribió María Rosa, mi tía abuela, hoy puedo escribir este relato.
En verano los hermanos jugaban debajo de un gran ombú cercano a la casa, a las visitas, a bautizar a las muñecas, al Martín Pescador. La familia disponía de un fonógrafo, y al ritmo de la música bailaban la Firmeza y el Pericón. Cuando jugaban a las visitas doña Rosa les hacía tortas fritas y desde el amplio corredor de la casa, sentado en un sillón de mimbre, don José los acompañaba con la mirada.
No sólo los chicos se refugiaban a la sombra del ombú, sino también los vendedores ambulantes que circulaban por el lugar ofreciendo a las familias de quinteros, su mercadería: el vendedor de churros, el manisero, don Sardetti, el pastelero y el turco que pasaba todos los sábados vendiendo sus chucherías.
Quiero visitar nuevamente el lugar. Me dijeron que aún queda algunas de las higueras que Matilde y María Rosa habían plantado en cantidad cuando vivían allí. El ombú ya hace más de 30 años que fue derribado. Y ellos, mi abuelo y mis tíos abuelos, lamentablemente ya han partido.
En nombre de ellos escribo hoy este relato.
Mónica Liliana Pastorini
mlpastorini@yahoo.com
Mónica Liliana Pastorini
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